La fábrica es el núcleo de la producción industrial. Pero las industrias, cuanto mayor tamaño tienen, cuentan con establecimientos complementarios, como son los almacenes y las oficinas donde se desarrollan las tareas de gestión y administración.
La actividad industrial se organiza en una unidad básica que es la empresa, con capacidad de decisión económica y personalidad jurídica. El número y el tipo de empresas que hay en un territorio son aspectos esenciales para explicar su desarrollo.
Se puede utilizar diversos criterios para clasificar las empresas, principalmente el tamaño y la propiedad empresarial.
- Por su tamaño pueden ser pequeñas empresas, que tienen menos de 50 trabajadores, medianas empresas, que tienen entre 50 y 250 trabajadores; y grandes empresas, que sobrepasan los 250 trabajadores. Las pequeñas empresas suelen ocupar casi siempre un solo local , mientras que las grandes empresas tienen sus tareas divididas en varios establecimientos, en función de una estrategia de conjunto.
- Si tenemos en cuenta a sus propietarios, las empresas pueden ser sociedades limitadas, que pertenecen a uno o varios propietarios; cooperativas, cuando los dueños trabajan en las mismas; y sociedades anónimas, en las que la propiedad está dividida en forma de acciones.
- Por un lado, hay una gran concentración empresarial, es decir, la asociación de empresas, y también una política de alianzas entre grandes grupos para ser más competitivos. Este fenómeno es consecuencia, entre otros muchos factores, de la globalización de los mercados.
- Por otra parte, hay una gran descentralización de los procesos productivos, que lleva a la aparición de múltiples empresas satélites de pequeño tamaño que realizan tareas de escaso valor o muy especializadas para otras más grandes. La generalización de un gran número de empresas cuyo objetivo es, precisamente "atender a otra empresa", es decir, ha favorecido la consolidación de la subcontratación.
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