De todos los seres vivos que conocemos, más de la mitad son insectos. Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que vivimos en el planeta de los insectos.
El cuerpo de los insectos esta dividido en cabeza, tórax y abdomen. Tienen dos antenas, cuatro alas, seis patas y diversos tipos de piezas bucales.
Respiran por medio de tráqueas, que son unos tubos que se abren en el exoesqueleto y llevan el aire hasta el interior del cuerpo del insecto. Las traqueas se ramifican profusamente, a fin de llegar cerca de todas las células del cuerpo.
La reproducción de los insectos es sexual. Son ovíparos y del huevo salen larvas que, normalmente, son muy diferentes del animal adulto. La larva se transforma en primer lugar en pupa, una fase en la permanece inmóvil y durante la cual su cuerpo sufre una transformación radical. Por fin a partir de la pupa, surge el insecto adulto, capas de reproducirse.
Este proceso, por el que la larva se transforma en adulto, recibe el nombre de metamorfosis.
Una de las razones del enorme éxito de los insectos es la cantidad de tipos de apéndices diferentes que presentan, perfectamente adaptados a su tipo de vida.
Los insectos son sumamente importantes, en primer lugar, por su número: son los animales más abundantes del planeta. Además, afectan a las personas y al resto de seres vivos del planeta. Causan tanto beneficios como perjuicios, pero son indispensables para la salud del planeta.
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