Los griegos inventaron el teatro tal como lo conocemos en la actualidad, pero en sus representaciones la religión tenía un papel muy importante.
La civilización griega dio tal importancia al teatro que crearon edificios para su representación, Eran construcciones semicirculares con gradas para los espectadores en cuyo centro estaba la escena, en la que los actores representaban tragedias y comedias. El teatro actual no suele tener implicaciones religiosas notables, pero el teatro, es decir, las representaciones públicas de narraciones extensas, en otras sociedades si tiene esos valores. Incluso las representaciones populares de pasiones y otros temas de raigambre medieval en nuestras sociedades cristianas tienen claramente esos valores religiosos.
El caso griego tiene el interés de que la palabra empleada para nombrarlo es la misma que la nuestra (teatro), las obras eran de escritores cuyos nombres conocemos, es decir, los autores están identificados, como en el teatro actual, y se desarrollaban en lugares especialmente acondicionados al efecto, lo que resulta diferente de las manifestaciones del teatro esporádico que se realizan en plazas públicas o lugares provisionales.
Parece que los orígenes del teatro y los valores religiosos del mismo en grecia están relacionados con ritos de fertilidad o con el culto a los muertos.
Entre las fiestas religiosas en las que el teatro era fundamental, se encontraban las de Dionisio, en Atenas. Las fiestas de las Grandes Dionisias se celebraban entre marzo y abril en el marco de un conjunto festivo presidido por Dionisio. Cada año, ante un publico llegado de toda grecia para asistir al espectáculo, se ponían en escena diversas representaciones.
Los ritos dionisiacos, una zez constituidos en teatro. El pueblo entero participaba en su organización. La polis pagaba a los actores, y un ciudadano rico, el corego, al coro. Para que todos pudieran intervenir, la pilis instituyó el theorikón, una especie de subvención que permitía a los ciudadanos pobres asistir al espectáculo sin pagar. Los asistentes pertenecían por tanto a todos los grupos sociales de la ciudad: políticos, artistas e intelectuales, pero también los grupos marginales, que no tenían otra ocasión de acceder al espacio público.
La estructura de la tragedia se basaba en una alternancia de partes cantadas por el coro, acompañadas de danzas, y partes recitadas. Normalmente, las tragedias se abrían con un prólogo, donde se exponia la situación y se informaba al auditorio de los antecedentes de la trama dramática, escogido de la tradición para reflexionar sobre las relaciones entre dioses y hombres. Seguían a continuación los episodios en los que la acción progresaba hasta alcanzar su clímax en la última escena. La obra se cerraba con el éxodo o salida del coro de la orquesta.
La comedia nació en rituales populares de carácter dionisiaco y conservando aún rasgos antiguos en su forma y estilo, como el lenguaje obsceno y escatológico, la burla y el escarnio de los personajes públicos, las continuas alusiones al sexo o a la comida y la bebida. Se difundió con posterioridad a la tragedia, pero llegó a adquirir dignidad literaria y tal importancia social que sería con el tiempo uno de los medios con el que el pueblo controlaba simbólicamente a los poderosos, gobernantes y ciudadanos. La acción dramática que el poeta cómico componía era, en general, muy simple. El héeroe de la comedia se enfrentaba a una situación que le resultaba insoportable y concebía un plan fantástico que, con la colaboración o el antagonismo del coro, llevaba a cabo con éxito de un modo casi mágico.
En el teatro los temas mitológicos son fundamentales y la religión está presente en múltiples situaciones. Las referencias argumentales que solían utilizar los autores teatrales las extraían del acervo de mitos y narraciones teológicas. Así, por ejemplo, cuando querían referirse al enfrentamiento de griegos y persas no lo hacían directamente utilizando estos protagonistas, sino que usaban ejemplos míticos sugerentes, por ejemplo, el que brindaba la guerra de troya. Además, cuando la trama se hacía tan complicada que no había solución fácil, podían aparecer dioses o seres sobrenaturales que resolvían la situación, el llamado deus ex machina en latín, porque el actor que hacía de dios era colgado por una cuerda a un artilugio que permitía que volara y resolviese la trama de un plumazo. En cualquier caso, hay que recalcar que el dios que presidía el teatro era Dionisio. El teatro griego es pues inseparable de la religión.
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