La reproducción es una función común a todos los seres vivos. Se trata del proceso por el cual los seres vivos dan origen a nuevos individuos parecidos a ellos mismos.
Una característica de los seres vivos, aunque parezca una paradoja, es la muerte. Los seres vivos, en un momento dado, mueren; es decir, dejan de realizar sus funciones vitales, se desorganiza su estructura característica, y la materia que los constituye se disgrega y pasa a formar parte de otros seres vivos, del suelo, de la atmósfera ...
A veces, la muerte se produce por un accidente, por falta de alimento, por convertirse en presa de otro ser vivo ..., otras veces se debe a una enfermedad o por vejez, porque el organismo se va deteriorando hasta un punto tal que no puede realizar apropiadamente las funciones vitales.
En cualquier caso, está claro que la muerte forma parte del proceso de la vida. De echo, salvo accidentes, la duración de la vida esta en gran manera inscrita en los genes de un ser vivo. Por ejemplo, la oruga de la mariposa de la seda, tras transformarse en mariposa, no sobrevive más de unos pocos días, pues no se alimenta.
Puesto que la muerte es parte inseparable de la vida, la reproducción es indispensable para el mantenimiento de la vida. Mediante esta función se remplazan los seres vivos que mueren.
Cuando en una especie el número de seres vivos que mueren supera al de los que nacen, se llegará a su total extinción. Si el número de nacimientos supera al que mueren los efectivos de la especie aumentarán. Por último, si el número de nacimientos y de muertes esta equilibrado, la especie permanecerá en un estado estable, y sus efectivos no aumentarán ni disminuirán.
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